#HolaAbolicionista

Yo también escribí una respuesta a la controvertida campaña del #holaputero a los pocos días de que saliera el vídeo; fue verlo y comenzar a escribir. La revista digital Playground nos ofreció a mis compañeras y a mí si queríamos decir unas palabras. Muchas participamos. Dijeron que mi texto se publicaría en un artículo aparte pero finalmente no fue así. Queridos seguidores, la exclusiva* es vuestra.
Yo soy puta.
P-U-T-A
Puta.
Y orgullosa de serlo.
Ahora
voy a hablar desde mi experiencia;
tan válida
como la de cualquiera de las de mis compañeras.
Yo no estoy en un puticlub.
A mí nadie me va a ver;
cuando quiero,
voy yo.
No,
no quedo con varias personas a la vez
ni nadie me dice
lo que tengo que hacer;
yo les digo
lo que quiero que me hagan
y cuándo, dónde y cómo
quiero que me lo hagan.
¿Hacérmelo pasar mal?
Entre orgasmos, complicado.
Adoro ver a la mayoría de mis clientes.
Muchas veces, entre cita y cita, los echo de menos.
No, no por su dinero;
porque son personas.
Somos personas.
Somos personas que acordamos vernos.
Transacción mediante, ¿qué te importa?
Seguimos siendo personas
queriendo pasar un buen rato juntas.
Abola:
No son precisamente los hombres que pagan,
los que odian a las mujeres.
No son precisamente los hombres que pagan,
los que no respetan.
No son precisamente los hombres que pagan,
los que violan.
Muchas veces, al revés, más bien,
sí.
Los que pagan son los que se convierten,
tantas veces, en clientes habituales,
en clientes fieles,
en amistades.
¿Esclavitud?
Por aquí no.
¿Trata?
Busca en otro sitio.
En mi trabajo
solo encontrarás relaciones consentidas;
de esas
que tanto escasean fuera del trabajo sexual.
¿Cuatro de cada diez hombres
van al puticlub?
¿En serio?
Ya podrían ser más.
¿Estigmatización social?
La que haces con tus palabras, abola.
La que hace que yo,
como tantas de mis compañeras,
y como tantos de mis compañeros,
no podamos enseñar el rostro por miedo a perder nuestros otros trabajos,
si los tenemos,
y nuestras parejas, amistades y familiares.
¿Legitimar?
Mi trabajo es alegal.
Si sigo sin derechos, abola,
es en parte por gente como tú.
Abola:
Nunca me han respetado tanto
ni me han tratado tan bien
como desde que soy puta.
Verás, Abola:
A mi nadie me consume.
Ni a esos precios,
ni a ninguno.
Mi cuerpo
no está en venta.
Nunca lo ha estado.
Nunca lo va a estar.
Mi tiempo,
en cambio,
y como en cualquier otro trabajo,
se puede reservar.
Sí que soy de segunda
porque los de primera categoría
son solo los hombres.
Eso sí lo sabes, se llama patriarcado.
Pero ni soy mujer mercancía,
ni soy mujer de usar ni de desechar;
yo soy mujer, a secas,
y no me resigno a nada.
No lo somos,
no nos resignamos
y luchamos
por nuestros derechos.
Puteros:
No, no estáis solos.
Y, ya que estoy, aprovecho:
Puteras:
Queremos veros más.
Abola:
ésto no es feminismo;
ésto
no es luchar por la igualdad.
Era mejor
que nadie se decidiera a crear una campaña así;
para hacerla tan mal,
mejor no hacerla.
Contra puteros
y putas
sin tener ni la menor idea
de cómo somos.
Viva España y olé.